El cierre de un año calendario se vincula a la arraigada cultura de los redondeos que seduce a los humanos.
Así surge casi obligatorio resumir en un breviario, una especie de balance en términos contables, los acontecimiento encerrados en ese tiempo, buenos y malos, previstos y no, los que trataremos de olvidar pronto y los que atesoramos como logros, de los que nuestra inmodestia nos hace suponer merecidos, pero, a los que cualquiera sea su calidad, no podrá negarse las enseñanzas que dejan Y que por tanto es de sensatos capitalizar.
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