En el día a día, muchas personas con falta de asertividad se encuentran con la dificultad de no saber decir que no. Mayoritariamente esto sucede por las posibles consecuencias negativas que puede tener negarse, aunque vaya en contra de sus principios, deseos o necesidades. Además, puede ser >que uno haya sido educado para complacer y agradar a los demás, llegando a sentir miedo o culpa por negarse a hacer algo en una situación determinada.
El problema de no saber decir “no”, es que nos va llevando a un estrés acumulativo. No nos relajamos nunca, porque volvemos a caer en el mismo error, y volvemos a sentirnos saturados de nuevo. Así entramos en un ciclo al que no sabemos cómo poner fin. Si persistimos en nuestra necesidad de decir a todo que sí, la acumulación de tareas será cada vez más extensa.
A la hora de decir NO, la clave no solo es decirlo, sino encontrar la mejor forma de comunicarlo. Debemos ser respetuosos, sin generar violencia ni malestar a los demás, y ser claros en la decisión que tomemos. Una de las claves es la regulación emocional, cómo entendemos y gestionamos nuestras emociones ante este tipo de situaciones. A esta forma de comunicación emocional la conocemos como “asertividad”, y es un pilar básico para nuestra autoestima porque nos permite comunicarnos de forma efectiva y poniendo en valor nuestros derechos y opiniones.
Las personas que no son asertivas tienen una serie de rasgos en
común, entre los que se encuentran:
• Son susceptible de caer en manipulaciones.
• Se alejan de cualquier tipo de conflicto.
• Desean agradar al otro, llegando a sacrificar los propios deseos y
necesidades.
• Creen que para ser socialmente aceptados no pueden negarse a
nada.
• Se comportan motivados por el miedo al rechazo y la falta de
afirmación en las propias ideas.
Las personas con este tipo de perfil necesitan cambiar su forma de pensar y de actuar, pues de lo contrario, experimentarán una gran insatisfacción personal, sacrificando el propio bienestar.
Claves para saber decir no de forma asertiva
1- Escucharse a uno mismo. Lo primero que debes hacer antes de practicar
es identificar aquellas situaciones en las que no sabes decir que no, cómo te
pasa y ante quién. Reflexiona sobre tus emociones, qué te lleva a decir que
sí y si realmente te sirve.
2- Darnos tiempo antes de responder. No contestar a las demandas de forma
inmediata, sino darnos un tiempo para valorarlas con la mente despejada. “Es
mejor agradecer que nos tengan en cuenta, pero postergar la respuesta,
diciendo que en cuanto tengamos un momento llamamos para hablarlo. Una
vez solos, ya podemos valorar la petición, sin la influencia de la emoción de
quien nos pide el favor”.
Pese a que comuniquemos de forma asertiva y nos tomemos nuestro tiempo,
debemos asumir que no siempre vamos a encontrar una cara sonriente al otro
lado. Aún más, si no están acostumbrados a nuestras negativas. “Lo normal es
que cuando empezamos a decir que no en situaciones que antes decíamos que
sí, el entorno reaccione negativamente, por lo que hay que estar preparados a
nivel emocional para ello.
3- Autoestima: algo que debemos trabajar por adelantado es nuestra autoestima. La realidad es que cuando decimos que no, los demás ven que nos respetamos a nosotros mismos y por tanto nos respetan más. Normalmente ser capaces de decir que no implica un buen nivel de autoestima. Negarse aumenta la seguridad en nosotros mismos y la sensación de libertad. Nos permite desarrollar confianza en nosotros mismos, sabiendo tomar nuestras propias decisiones y dirigir nuestra vida.
“Cuando decimos que no al otro, nos estamos diciendo que sí nosotros mismos”
Tenemos que aprender a valorarnos, a priorizarnos. Somos responsables y arquitectos de nuestra propia felicidad. Decir que NO, es un derecho que todos tenemos y debemos saber usarlo con inteligencia emocional.
Dra. Alicia M. Miguez | Clínica Médica - Psiquiatría y Psicología Médica -
Transtornos de Ansiedad -
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Bioneuroemocion - Mindfulness - Eneagrama.
Sanatorio Clínica Modelo de Morón.