Cuando un nuevo año comienza, generalmente comienza también una nueva etapa, un nuevo ciclo, y con el nuevas metas y proyectos. Este año, les propongo que nos pongamos como objetivo aprender a manejar el estrés y sus síntomas y/o enfermedades asociadas. Para ello, iremos compartiendo mensualmente en esta columna, distintas herramientas que nos permitan, de una vez por todas, controlar la ansiedad y los miedos, logrando el tan anhelado bienestar emocional para poder vivir plenamente.
Pero empecemos por el principio: ¿a qué llamamos estrés? La palabra estrés hace referencia al equilibrio, o, mejor dicho, al desequilibrio entre las demandas psicológicas o sociales, exigencias a las que nos vemos sometidos y nuestra capacidad de respuesta. Dichas demandas o estresores pueden ser de índole laboral, familiar, académicos, sociales, psíquicos (personalidad ansiosa) o físicos (enfermedades o cualquier malestar) y hacen que nos sintamos saturados, desbordados, estresados cuando son excesivas o no tenemos los recursos necesarios para abordarlos.
Cualquier situación (real o ficticia) percibida como amenazante, activara en nuestro cerebro una señal de alarma que, por medio de distintos circuitos, prepara al cuerpo para la lucha o huida. Si creemos que la actitud de alguien, por ejemplo, representa una amenaza para nuestros intereses, no importa que realmente lo sea o no, el creerlo así es suficiente para considerarla como un peligro y desencadenar toda la secuencia del estrés. Entonces, se produce una redistribución sanguínea en el cuerpo hacia los órganos y sistemas involucrados en esta respuesta: el corazón bombea más sangre, por lo que pueden aparecer síntomas como palpitaciones, taquicardia, arritmias, dolor de pecho e hipertensión arterial. En este ultimo caso se suma la vasoconstricción de los pequeños vasos arteriales dado por otro mecanismo. Los pulmones trabajan más para facilitar el aporte de oxígeno, por lo que aumenta la frecuencia respiratoria y puede dar sensación de ahogo y mareos por hiperventilación. Los músculos se tensan para tener mas fuerza para pelear o correr, provocando así dolores y contracturas musculares, bruxismo, calambres, inquietud motora, espasmos de la musculatura digestiva (dolor abdominal, diarreas y/o constipación). Asimismo, hay una redistribución sanguínea a nivel cerebral lo que ocasiona insomnio, sensación de desvanecimiento, disminución de las capacidades cognitivas (tnos de memoria, pensamiento lento, déficit de atención y concentración) inestabilidad, midriasis y visión borrosa. A nivel sanguíneo también ocurren cambios como ser el aumento en la coagulabilidad, y disminución de la actividad de ciertos glóbulos blancos que nos deja mas propensos a padecer enfermedades infecciosas y tumorales. Por último, en el aparato gastrointestinal hay mayor producción de ácido, por lo que es común la presencia de gastritis, ulceras y malestar abdominal, entre otros cuadros.
Estos síntomas, suelen ser interpretados de manera catastrófica, empeorando el nivel de ansiedad y dando lugar a un circulo vicioso que generara mayor sintomatología física y psicológica, tales como irritabilidad, intranquilidad, inseguridad, temor a perder el control o a morir; Lo que lleva a que podamos tener conductas evitativas y encerrándonos, agravando cada vez más en esta patología.
Cuando el estrés se vivencia de manera crónica, estos síntomas pueden sostenerse a lo largo del tiempo y, sumado a otros factores de riesgo (tabaquismo, sobrepeso, dislipidemias, ateroesclerosis, etc), desencadenar enfermedades como el infarto agudo de miocardio , accidente cerebrovascular, diabetes, síndrome de colon irritable, entre otras.
Por eso es de vital importancia entender como funciona nuestro organismo y la relación existente entre la mente y el cuerpo. Porque entendiendo que no importa lo que sucede, sino lo que uno cree que sucede, es lo que determina la activación de toda esta cascada del estrés, podemos hacer algo para frenarla y aprender a controlar la ansiedad que genera.
Les propongo, entonces, para comenzar el año trabajando en este objetivo, identificar cuálesson sus estresores o demandas excesivas. Cuales son sus recursos, y cuales los síntomas que más frecuentemente manifiestan (descartando, por supuesto, cualquier patología orgánica que debe ser chequeada y tratada por su médico). Hacer una lista escrita. No vale pensarla solamente. Esto es parte de la tarea de autoconocimiento y automonitoreo que realizamos en medicina del estrés para comenzar a manejarlo correctamente y vivir menos tensos.
A trabajar en uno mismo!
Hasta la próxima!
Dra. Alicia M. Miguez | Clínica Médica - Psiquiatría y Psicología Médica -
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Sanatorio Clínica Modelo de Morón.